Contexto Platón


Libro Digital de Platón








2. Contexto histórico-cultural de Platón

     A continuación vamos a exponer los precedentes de la obra Platónica. En primer lugar veremos los precedentes de naturaleza sociopolítica: los principales acontecimientos que marcan la vida política en Grecia en ese período;  y en segundo lugar, los antecedentes de naturaleza filosófica: el desarrollo al que la filosofia había llegado ya en la época de Platón.


2.1 Situación histórica de Grecia

Veamos algunos de los acontecimientos que marcaron la situación político-cultural de la época platónica; el interés no se dirige tanto a una comprensión de la historia como a reflejar una situación que fue el punto de partida para el desarrollo de la filosofia de Platón.
     La experiencia de la democracia ateniense -su auge y su decadencia- la desastrosa guerra del Peloponeso y los golpes de la oligarquía; así como la muerte violenta de su maestro, todo ello nos ayuda a comprender las respuestas y actitudes políticas que encontramos en la obra de Platón. Podemos dividir este momento en tres fases:

1. Guerras Médicas (492-479): triunfo de Atenas.
2. Período intermedio (479-43 1): imperialismo ateniense, época de esplendor. Siglo de Pericles.
3 . Guerras del Peloponeso (431-404): derrota de Atenas y triunfo de Esparta (unos 30 años de guerra)


2. El siglo de Pericles:

Después del triunfo de Atenas en las Guerras Médicas, se instaura la democracia, y es Pericles, hijo de un político importante, quien la consolida firmemente. De maneras aristocráticas  y demócrata por convicción, Pericles determina gobernar al pueblo por el espíritu, y hacer de su patria la escuela de toda Grecia.
        Esta democracia fue fundada por Clístenes, hacia principios del siglo VI a.C. Clístenes es un estadista ateniense que junto con Solón (ascendiente de Perictione, madre de Platón) y Pisístrato edificaron el régimen  democrático en Atenas. Fueron Efialtes y Pericles quienes lo perfilaron. Al morir asesinado el primero, Pericles se pone al frente de los demócratas. Fue elegido 15 veces consecutivas como jefe del gobierno, y este largo periodo de mandato le permitió ser el continuador y consolidador de la democracia ateniense. Pericles dió esplendor a la cultura griega.  Fue un gran estratega, empleó medios pacíficos y realizó obras de cultura importantes. Bajo su jefatura se dieron cita en Atenas arquitectos, historiadores (Jenofonte, Herodoto), escultores (Fidias), literatos (Sófocles, Esquilo y Eurípides); en su tiempo vivieron los filósofos (Anaxágoras, Sócrates), y sofistas.  Por otro lado, hay que señalar que tanto Platón como Aristóteles y Tucídides estaban en la oposición por sus ideas antidemocráticas.
       La polis de Atenas en la época de Pericles se calcula que tendría un total de 300.000 habitantes.  Se gobernaba por medio de tres instituciones: la Asamblea, el Consejo y los Magistrados.  Todos los ciudadanos tenían acceso a la asamblea en la que gozaban también de poder decisorio.  El consejo era establecido por sorteo en la asamblea, aunque sólo podía recaer sobre determinadas clases de ciudadanos.



3. Las Guerras del Peloponeso:
Fundamentalmente las Guerras del Peloponeso son las guerras que tuvieron lugar entre dos ciudades-estado: Atenas y Esparta, por el liderazgo de la Magna Grecia.
Atenas era la representante de la democracia. Había extendido su territorio por el mar después de las guerras médicas.  Estableciendo un imperialismo marítimo que llegó a ser hegemónico  (egeomai: conducir). Hizo una alianza con todas las ciudades del mar Egeo capitaneada por Temístocles, aunque quien la diseñó fue Arístides, un magnífico general; esta alianza se llamó la Liga de Delos. Las ciudades que fueron liberadas del yugo Persa formaron parte de esta liga.  Pericles transformó poco a poco esta liga en un imperio: lo que pretendía era protegerse desde esta unión de ciudades del peligro persa.
    Esparta era la representante del régimen aristocrático; los espartanos eran guerreros por educación, de familias ricas, que dominaban por la fuerza de las armas y por la fuerza de dinero.  Esparta debe su larga eficacia a la dominación oligarca de las familias ricas, y a su legendaria estabilidad militar.En Esparta el poder estaba en manos de unas pocas familias ricas y del ejército.  Esparta estableció también alianzas como Atenas pero con los pueblos peloponésicos ( Megara, Tebas, Delfos, Corinto, Olimpia...) y de fuera de la península (Laconia, Etonia, Argos), formando la Liga del Peloponeso. Se trataba de una federación de estados de tipo militar defensivo.
     Rivalidades entre Esparta y Atenas La lucha entre Esparta y Atenas es la lucha entre dos formas de entender la sociedad; es la lucha entre la aristocracia y la democracia.  La lucha de la tierra (Esparta) contra el mar (Atenas).
 Atenas pretendía propagar la democracia entre sus aliados; mientras que Esparta era la protectora de la aristocracia.  Corinto y Megara, ciudades marítimas muy ricas eran aliadas de Esparta. La enorme fortuna de Corinto fue el principal enemigo de Atenas. Sin embargo, por paradógico que resulte, el hecho es que la libre y democrática Atenas representaba entonces un imperialismo avasallador, mientras que Esparta pretendía defender la autonomía y libertad de las ciudades.
     En un congreso peloponésico celebrado en el 432 en Corinto, Esparta presenta a Atenas unas reclamaciones de asuntos de hacía tiempo y de poca importancia. En realidad se trataba de una excusa para dar salida a viejas rencillas. Esta es la chispa que desencadena una guerra, como consecuencia de diferencias forjadas entre los dos pueblos hacía tiempo. Atenas se prepara para la guerra con la idea de saldar definitivamente esa cuenta, y aparece como la más fuerte, guiada bajo el genio de Pericles. Pero Esparta es tenaz, tiene un buen ejército y cuenta con la ayuda de ciudades aliadas que pueden combatir en el mar. En definitiva, los griegos quieren poner fin al imperialismo ateniense y hacen la guerra en nombre de la libertad.
      La guerra duró más de treinta años y terminó con la victoria en el 404 de Esparta frente a Atenas.  Atenas perdió su flota, su imperio y sus fortalezas. Atenas adoptó el plan que Pericles proponía que era encerrarse en la ciudad.  En el 430 llega la peste a la ciudad y culpan a Pericles de esta catástrofe  y le vuelven a elegir, pero ya es tarde: le alcanza la peste y muere como otros atenienses en el 429.
     En abril del año 404 a.C., tras haber soportado grandes sufrimientos, los atenienses acabaron por aceptar la derrota. Gracias a Esparta, Atenas escapó de la destrucción total que pedían Corinto y Tebas. Atenas perdió su flota, su imperio y sus fortalezas.
 Esparta había ganado, es decir había vencido también la aristocracia frente a la democracia, pero Esparta no estaba preparada para gobernar a las ciudades griegas. Este triunfo hace replantearse la nueva orientación política de Atenas, esparta quiere gobernarla de un modo peculiar, aparentemente democrático. Así, es elegido un grupo de ciudadanos, presionado por los vencedores espartanos, para formar un Consejo, destinado a sustituir a la democracia tradicional.  El consejo estaba formado por 51 ciudadanos: 10 se quedan en el Pireo (el puerto fundamental y centro industrial), 11 en Atenas para el funcionamiento municipal y 30 se ponen al frente del gobierno general: son los llamados treinta tiranos. Estos llevan una política reaccionaria que dura sólo un año gracias a la revuelta popular liderada por Trasíbulo, que se apodera de nuevo de Atenas y restablece un gobierno de acuerdo con la constitución democrática.  Durante el gobierno de los treinta tiranos se consuma la muerte de Sócrates -maestro de Platón- que es obligado a beber la cicuta.
    Este acontecimiento influye claramente en la vida de Platón que desde entonces buscará la implantación de una sociedad justa, gobernada según los ideales de la verdad y la justicia.  Queda señalado el marco social y político de la época de Platón.  El diálogo platónico de La República será una respuesta de Platón frente a las injusticias sufridas.




2.2.  Situación cultural: el comienzo de la Filosofia en Grecia.

La filosofía de Platón aparece en continuación con los autores anteriores.  Hereda los problemas y las cuestiones que se plantean y aporta también su solución. Antes de entrar en el pensamiento de Platón vamos a recordar cómo surge la filosofía y cuál es la temática de estos primeros pensadores.
   El comienzo de la filosofia acontece por la admiración del hombre ante el mundo circundante, en concreto ante la naturaleza.  Los presocráticos conmienzan observando la naturaleza y preguntándose por el principio del cambio en ella.


2.2.1. El paso del mito al logos.  El descubrimiento de la Razón


Podemos afirmar que el período anterior al comienzo de la filosofía se caracterizaba por mantener una visión mítica del mundo, es decir, que daba una explicación de los hechos o acontecimientos de los que no había una explicación visual inmediata, por medio de una narración simbólica en la que los dioses eran protagonistas.
      Sin embargo, con el comienzo de la filosofía el hombre se da cuenta de que por medio de la razón se puede llegar a comprender el porqué de la realidad, el porqué de los acontecimientos. Surge así el inicio de la filosofía, en el siglo VI a. C., en las colonias de Mileto (filosofía jónica: Tales, Anaximandro, Anaxímenes) y en la Magna Grecia (pitagorismo), que es lo que en la literatura filosófica se conoce con el nombre de el paso del mito al logos. 
     Este paso viene caracterizado por la búsqueda del arjé, o primer principio de la realidad, que es causa de todo lo que existe y del cambio que ello sufre.Esta problemática es continuada por Heráclito y Parménides y posteriormente, por los filósofos de la naturaleza en el siglo V a. C. Empédocles, Leucipo y  , Demócrito, Anáxagoras. Sin entrar ahora en las formulaciones de cada filósofo, podemos señalar que en todos aparece el intento de dar una explicación con la razón sin recurrir a la mitología. En estos intentos, los protagonistas de los acontecimientos ya no son los dioses o las fuerzas suprahumanas, sino la naturaleza misma en su causalidad y la libertad del hombre.
            Señalemos algunos aspectos de este descubrimiento de la razón. El logos es la inteligibilidad de la naturaleza, que se ofrece a la razón humana porque ésta es capaz de penetrarla (todavía no ha surgido el escepticismo y existe el conocimiento de que la razón puede alcanzar la verdad de las cosas). La razón o logos puede formular conceptos abstractos y necesarios que, a su vez, se refieren a una realidad cambiante. 
           Las ideas (eidos) son permanentes, universales y necesarias; y se oponen a los cambios de apariencia de las cosas.  Lo permanente es la idea (esencia o eidos), y lo cambiante son las apariencias.  La esencia es la unidad de la cosa que se mantiene frente a las constantes mutaciones y cambios de la apariencia, y sólo la razón, y no los sentidos, puede captar la esencia. Así, se da una separación de la realidad en dos ámbitos: el mundo de la naturaleza, cambiante conocido por el conocimiento sensible, y el mundo de lo inmaterial e inteligible conocido por la razón con las ideas universales e inmutables. Se trata de dos dimensiones: la dimensión material y la dimensión inmaterial, respectivamente. Platón recogerá más tarde esta visión dualista del ser (ser auténtico y ser apariencial) y hablará de dos mundos: el mundo de las ideas y el mundo físico.
      La búsqueda de lo permanente llevó a realizar una filosofía de la naturaleza.  El mundo se mueve y se transforma, pero ¿hay algo que permanece y que no cambia que haga posible este movimiento?.  Esta es la pregunta por el arjé o principio último de lo real. Lo importante no es tanto las respuestas que dan los distintos filósofos de la naturaleza cuanto el hecho de que todos ellos se formulen la misma pregunta por el arjé, es decir, por aquello que dé razón del cambio universal de las cosas.  Una pregunta que tiene una solución racional, científica,  y no mítica.
      Surge así el inicio de la filosofía, en el siglo VI a. C., en las colonias de Mileto (filosofía jónica: Tales, Anaximandro, Anaxímenes) y en la Magna Grecia (pitagorismo). El pensamiento metafísico se inaugura con Heráclito y Parménides. Este último ejerció gran influencia en la filosofía de Platón, así como Pitágoras. A continuación recordaremos las ideas básicas de estos filósofos, para comprender mejor a Platón.


  Los Pitagóricos, por su parte, creían en la inmortalidad del alma, y en la reencarnación en diversas criaturas.  Como para los pitagóricos la totalidad de lo existente era un ser vivo, el alma se podía reencarnar en cualquier ente.  Pero, por ser inmortal, el alma se encontraba en el cuerpo como en una prisión, de ahí que el fin del hombre consistiera en liberarse de la corrupción de la materia y volver al estado de espíritu puro.
      Pitágoras se dedicó ante todo a la matemática y a la música; concibió el mundo desde una visión de la matemática (la proporción numérica) y de la música (armonía del cosmos como la armonía de una melodía).  El cosmos era algo ordenado, una unidad armónica y bella.
       Los pitagóricos observaron que muchas propiedades y comportamientos de los seres podían ser formulados matemáticamente.  Consideraron que los principios de la matemática eran los principios de los seres reales; y puesto que los principios de las matemáticas son los números, afirmaron que son ellos los que constituyen la naturaleza de las cosas.  A partir de ahí se dedicaron por un lado, a asignar un número a cada cosa.  A la vez se preguntaban de dónde procedían los números y señalaban que vienen de dos elementos: lo par y lo impar; su planteamiento es dualista.

 Parménides y Heráclito dan un paso más en el camino hacia el descubrimiento del lugar propio de la especulación filosófica.  El tema que aparece resuelto de formas distintas en ambos autores es la conciliación del mundo de la realidad con la esfera del pensamiento.  La pregunta que se formulan es ¿cómo la razón con las características de lo permanente y universal puede conocer lo contingente y cambiante?.  Parménides afirmará la razón y negará la realidad cambiante; mientras que Heráclito afirmará lo contingente de la realidad y negará lo permanente tal y como se recoge en el concepto.
    En Heráclito (544-484 a. C.) el mundo natural está cambiando constartemente, todo está en constante flujo, de modo que nada es idéntico a sí mismo en dos momentos diferentes (no te bañaras dos veces en el mismo río).  No cabe, por tanto, relación alguna entre la percepción sensible y la posibilidad de un saber inmutable; las realidades están en un permanente cambio, en un constante fluir.  Si el mundo es un flujo contínuo, si nada es lo mismo en dos instantes consecutivos, no es posible el conocimiento de algo que sea permanente e inmutable.
      Heráclito busca el orden de lo real no en sus aspectos estáticos sino en su dinamismo, en la tensión de los contrarios.  En efecto, para Heráclito todo cambia, pero este cambio, este devenir, se realiza de acuerdo con ciertas leyes y proporciones.  Es esta ley o logos interno del devenir universal es el principio explicativo del universo.  Y esta ley es la lucha de contrarios, contrarios que en última instancia constituyen una unidad profunda ("armonía oculta del universo") que es el equilibrio dinámico de los contrarios.
     Heráclito materializa el logos o la ley del universo en el fuego, y así dice "este cosmos, el mismo de todos, no lo hizo ningún dios ni ningún hombre sino que siempre fue, es y será fuego eterno que se enciende conforme a medida y conforme a medida se extingue".
    La posición contraria la representa Parménides (540-470), para quien la realidad es el ser, un ser estático, inamovible, inengendrado, indestructible, indivisible, finito, compacto, homogéneo y esférico; contrapuesto radicalmente al ser de Heráclito.
     Parménides formula el principio de identidad "el ser es, y el no ser no es".  El ser "es", y lo que "es" no puede convertirse en lo que no es; es imposible que de una única realidad surja la pluralidad.  Por tanto, no es posible el cambio.  Elimina lo cambiante al afinnar lo permanente; elimina la pluralidad al establecer la unidad, sacrifica el conocimiento sensible en aras del conocimiento racional.  El movimiento pertenece a lo sensible, pero lo verdadero se halla en lo inteligible.  El pensamiento, el conocimiento, se refiere a lo real de modo invariable, inmutable.
        Este ser inmutable tiene las siguientes propiedades:
1.-  es eterno: no tiene un principio ni un fin.
2.- es inmutable: El ser no puede cambiar pues todo cambio del ser implicaría que tendría que pasar a no ser, y afirmar que el ser no es, lo cual es contradictorio.
3.- es infinito: no tiene límites, no está en ninguna parte y es ilimitado.  Más allá del límite sólo está el no ser.

La solución que da Parménides se comprende como la primera exposición metafísica: mientras que Heráclito reafirma la mutabilidad de la materia, Parménides describe la realidad con las características de la razón como un ser inmutable, eterno...


Mundo Inteligible Mundo sensible Inmaterial Materal existencia de esencias Existencia de cosas y objetos individuales universalidad particularidad necesidad contingencia Causa y principio del mundo físico (arjé) Copias de las esencias Modelos o arquetipos Participan / inmitan a las ideas Eterno. Inmutable Generación y corrupción. Mutable Perfecto Imperfecto Exterior de la caverna Caverna

La dificultad para aceptar la tesis de Parménides y la imposibilidad al mismo tiempo de refutar sus razonamientos hizo que los filósofos que les sucedieron evitaran el extremo del monismo y se declararan pluralistas Afirman la existencia de varios principios: Leucipo y Demócrito (átomos) Empédocles, por ejemplo, propuso que el mundo resulta de la combinación de cuatro elementos o raíces: agua, tierra, aire y fuego, siendo la causa del movimiento: el amor y la lucha, el aire y el fuego. Anáxagoras: pequeñas partículas llamada homeomerías. 



Sofistas y Sócrates


     Por otro lado hacia la mitad del siglo V a.C. se produce un giro antropológico en la filosofia: se pasa de una preponderancia de la filosofía natural a una interés prioritario por los temas humanos, y muy concretamente por la filosofía moral. Ello es debido a la crisis social y política ocurrida durante el siglo V a. C. como consecuencia de la pérdida de la hegemonía ateniense, representada en el plano de la filosofía por los sofistas, interesados básicamente en los problemas humanos (antropología) y en la educación.
      Algunos pensadores griegos se establecen en Atenas y, por primera vez, se comprenden como profesionales de la enseñanza; se dedican a disciplinas humanísticas como la retórica, política, derecho, etc., dando lugar al movimiento sofista. . .  Es lo que se conoce como el problema del Logos y Nomos.  De las enseñanzas de los sofistas se desprendía el relativismo en el conocimiento y, por lo tanto, la imposibilidad de establecer una verdad única e igual para todos.
Podemos señalar diversas circunstancias que llevaron al surgimiento de este movimiento:

1) Por un lado, las distintas posiciones de los presocráticos que se debatían ante la concreción del primer principio -monismo, dualismo o pluralidad de principios- había sembrado un cierto escepticismo y relativismo en el conocimiento de la verdad de la filosofía de la naturaleza.

2)Por otro lado, la situación política consolidada en la democracia, puso en un lugar principal a la retórica.  Los políticos tenían que persuadir y convencer a la asamblea del pueblo que iba a tomar las decisiones.  Los sofistas se erigen en maestros de la arete (virtud) e instruyen al pueblo acerca de lo justo, de la ley...

El conocimiento de otros pueblos y culturas había mostrado una pluralidad de organizaciones y legislaciones.  Esta diversidad llevó a los sofistas a establecer que las leyes, instituciones, creencias morales, en definitiva el nomos (conjunto de normas morales y políticas e instituciones de una comunidad) era convencional, es decir un acuerdo entre los hombres, por lo que podían ser modificadas.  Se hace presente una distinción en el mundo sofista entre nomos y naturaleza humana, entre lo que hoy llamaríamos cultura y naturaleza.

Entre los principales sofistas destacan: Protágoras (el hombre es la medida de todas las cosas), Calicles y Gorgias.  En Gorgias vemos representada la postura más clara de escepticismo y relativismo sofísta.  Plantea una ruptura o discontinuidad entre realidad, conocimiento y lenguaje.  No hay referencias objetivas para el pensamiento, ni tampoco, por tanto, para el lenguaje.  El lenguaje no puede ser ni verdadero ni falso, ya que no existen referencias objetivas en el discurso; el discurso se convierte entonces, en un medio o instrumento de persuasión, que tiene por finafidad buscar el brillo y el éxito pero no cabe la verdad adquirida por un conocimiento.

Estos autores mantienen una concepción del saber subjetivista que deforma el camino para llegar a la verdad; afirman el relativismo de todo conocimiento (no existe la verdad absoluta: cada uno tiene. su propia verdad). Dicho relativismo afirma que la verdad objetiva no existe, y si existiera no sería cognoscible, y aunque fuera cognoscible no sería comunicable. Este relativismo que se desprendía de sus doctrinas afectaba también a la concepción de las virtudes y los valores, al campo ético.  La convención, o el nomos, podría decirse, imponía la aceptación de que no había nada definitivo en la naturaleza humana: en consecuencia, el bien, la justicia -y el resto de la virtudes morales- eran consideradas como resultado del pacto entre los hombres y de las tradiciones culturales de cada comunidad.  Según los sofistas no hay una idea definitiva y universal de bien, como no hay ninguna religión universal, para todos los hombres.  Este relativismo moral, exageradamente, se convertía en escepticismo.

                 Dentro de esta última problemática, pero totalmente opuesto a los sofistas, hay que incluir a Sócrates, maestro de Platón y protagonista en muchos de sus diálogos.  Sócrates, en esencia, se oponía a los sofistas a causa de su convicción acerca del carácter universal y objetivo de las virtudes morales, y también por discrepar profundamente del método educativo empleado por los sofistas. Estos últimos, con inclinaciones pragmáticas, enseñaban para triunfar y convertir a sus alumnos en políticos versados y en triunfadores sociales, aunque lo que defendieran fuera injusto y sólo persiguieran el enriquecimiento personal.

Sócrates cree que hay que educar para la verdad, además haciendo que sea el propio alumno el que extraiga de su interior lo que indudablemente tiene.  Frente al sentido práctico de los sofistas, Sócrates está convencido que el bien y la verdad son únicos y descubiertos por la razón mediante la introspección.  Y añade: el mal, que no es querido por nadie, es, por tanto, sólo consecuencia del error.  La educación de los sofistas, que es mala, es también consecuencia del error.  Cuando se descubra la verdad sólo se podrá actuar conforme a ella.

Este planteamiento va a influir profundamente en Platón que dedicará todos sus esfuerzos a interpretar la filosofía como la búsqueda de la verdad y la educación como el método (camino) que tiene que llevar a ese fin.  Además, esas educación y verdad, tienen que estar al servicio de la polis (ciudad) para hacer que la justicia resplandezca.

Así, Sócrates comparte con los sofistas su interés por las cuestiones políticas y morales, y por el hombre.  Pero aporta una solución totalmente diferente: la búsqueda de la verdad mediante el diálogo. Tanto Sócrates como Platón critican la actitud de aquellos sofistas y políticos que se mueven en el mundo de la opinión sin admitir que sea posible un conocimiento científico, es decir, verdadero (episteme).

Señalan que si las palabras tienen para cada uno un contenido diferente, entonces el diálogo resulta imposible.  Propone un método para fijar el contenido de los conceptos, para llegar a su definición.  Este método es el del diálogo, y tiene dos partes: la ironía y la mayeútica, que se verán al final de este apartado.

Para Sócrates es necesario definir con exactitud los conceptos morales no sólo para cortar el escepticismo y relativismo, sino también porque solamente sabiendo lo que es la justicia se puede obrar justamente.  Esto es lo que se ha denominado intelectualismo moral, que puede ser definido como aquella doctrina que identifica la moral con el saber: conocer el bien moral es equivalente a ser bueno.

       Sólo sabe hacer leyes justas y comportarse de manera justa quien sabe qué es la justicia.  La ignorancia es la causa del mal.  Platón acepta con matices el intelectualismo moral socrático: Es el sabio, el filósofo, quien conoce la verdadera justicia y bien, el que debe gobernar. La cuestión que queda pendiente de solución como consecuencia de las tesis de los sofistas, es la posibilidad de que realmente se dé un conocimiento verdadero; un saber que aparezca revestido de certeza y seguridad y que excluya toda duda o error.
    Sócrates, frente a las teorías sofistas, mantiene que es necesario un concepto estable que haga posible el entendimiento entre los hombres.

En el diálogo Teeteto y en el Protágoras Platón realiza una crítica a la sofistica.  Señala la contradicción que encierra la tesis de Protágoras: "quien afirme que el saber sólo se comprende como percepción cae en el subjetivismo sensualista de Protágoras".  Para Protágoras "el hombre es la medida de todas las cosas” por tanto la verdad es relativa a la subjetividad de quien la piense.
    La sofística no es, por tanto, una búsqueda de la verdad, sino que más bien pretende una intrumentalización de la palabra y del discurso para mover las voluntades, no busca la verdad sino el brillo que lleve al alma del oyente a afirmar y mantener lo que se exprese en el discurso.  Este arte será el arma del político.
    Podemos afirmar con Platón que un conocimiento objetivo y universal no puede provenir de la realidad sensible, ni de nuestras percepciones, ya que tanto las cosas sensibles como nuestros propios órganos se encuentran en contínuo cambio. El saber, por el contrario, sólo puede proceder de lo que verdaderamente es, y como consecuencia es eterno, increado e inmutable.  A este conocimiento no podemos llegar por los sentidos sino sólo por el alma, y a través de un pensamiento puro separado de todo lo corpóreo.  Percibir y pensar aparecen por tanto como dos operaciones distintas originadas en esferas distintas -órgano sensible y la facultad del alma-.
       Si según los sofistas la verdad es relativa, también lo es la verdad moral. Por ello hay una clara oposición entre el concepto de virtud de Sócrates y Platón por una parte, y los sofistas por otra.  La moral enseñada por los sofistas era una moral convencional en la que se inculcaba un cierto patrón de comportamiento socialmente útil: el hombre virtuoso era aquél de conducta intachable y próspero en la vida, que conoce las reglas del juego social y sabe utilizarlas en beneficio propio.  Platón está en contra de este patrón de hombre virtuoso por ser excesivamente superficial y relativo a unas circunstancias.  Por el contrario afirma, que es necesario poseer un canon universal de conducta basado en la razón frente al canon moral de los sofistas basado en la consecución del poder y del placer, en definitiva, de la utilidad.  Platón contrapone a la moral convencional de los sofistas una moral racional que no perjudique a la sociedad ni al individuo.
      El pensamiento ético de Platón se complementa con su pensamiento político, y ambos son totalmente teleológicos. la bondad o maldad, tanto de acciones individuales como de las instituciones políticas, dependen de que favorezcan o no la consecución del fin del hombre y de la sociedad: la vida feliz.  Platón concibe la felicidad como una armonía entre el individuo y la sociedad.  Toda acción individual tiene para Platón una repercusión social.
El fin de la actividad del filósofo tras el conocimiento del orden racional debe ser procurar la organización racional de la sociedad humana, lo que equivale a la realización de la idea del bien.

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